Tipos de imprudencia
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Imprudencia sinónimo
Rue y la tripulación de The Spotted Custard regresaron de la India con revelaciones que sacudieron los cimientos de la comunidad científica. Hay una agitación política masiva, los vampiros están irritados y algo va muy mal con la manada local de hombres lobo. Para colmo, la mejor amiga de Rue, Primrose, sigue comprometiéndose con los militares más inapropiados.
Rue también tiene problemas personales. Su padre vampiro está enfadado, su padre hombre lobo está loco y su obstinada madre es ambas cosas. Lo peor de todo es que Rue está empezando a sospechar lo que realmente son todos ellos… está asustada.
Cuando el Custard recibe la orden de ir a Egipto, transportando a unos pasajeros muy inusuales, los problemas de Rue pasan de ser personales a imposibles. ¿Podrá conseguir que Percy deje de estar enfadado? ¿Encontrará la verdadera causa del mal de amores de Primrose? ¿Y qué esconde Quesnel en la sala de calderas?
Ejemplo de imprudencia
Objeción 1. Parece que la imprudencia no es un pecado. Porque todo pecado es voluntario, según Agustín [De Vera Relig. xiv]; mientras que la imprudencia no es voluntaria, ya que ningún hombre quiere ser imprudente. Por tanto, la imprudencia no es un pecado.
Objeción 2. Además, sólo el pecado original viene al hombre con su nacimiento. Pero la imprudencia llega al hombre con su nacimiento, por lo que los jóvenes son imprudentes; y, sin embargo, no es el pecado original lo que se opone a la justicia original. Por lo tanto, la imprudencia no es un pecado.
Por el contrario, el tesoro espiritual de la gracia no es quitado sino por el pecado. Pero sí se quita por la imprudencia, según Proverbios 21:20: “Hay un tesoro apetecible y aceite en la morada del justo, y el imprudente [Douay: ‘necio’] lo gastará”. Por lo tanto, la imprudencia es un pecado.
Respondo que la imprudencia puede tomarse de dos maneras: primero, como una privación; segundo, como algo contrario. Propiamente hablando, no se toma como una negación, de modo que sólo signifique la ausencia de prudencia, pues ésta puede ser sin ningún pecado. Tomada como privación, la imprudencia denota la falta de aquella prudencia que un hombre puede y debe tener, y en este sentido la imprudencia es un pecado por razón de la negligencia de un hombre en esforzarse por tener prudencia.
Antónimo de prudencia
La Prudencia coronada, portadora de una balanza, cabalga alegóricamente en un carro hacia el cielo. La Concordia da los últimos retoques al carro. Al entrar, Prudencia cabalga sola, en un solo caballo, hacia el Empíreo del Dios cristiano. En la esquina inferior izquierda, Prudencia, con un libro, se dirige a ocho jóvenes sentadas en el suelo. En el ángulo inferior derecho, Prudencia entronizada se dirige a once jóvenes sentadas.
La prudencia (latín: prudentia, contraído de providentia que significa “visión de futuro, sagacidad”) es la capacidad de gobernarse y disciplinarse mediante el uso de la razón[1] Se considera clásicamente una virtud, y en particular una de las cuatro virtudes cardinales (que forman parte, con las tres virtudes teologales, de las siete virtudes). Prudentia es una personificación femenina alegórica de la virtud, cuyos atributos son un espejo y una serpiente, que se representa frecuentemente en pareja con Justitia, la diosa romana de la Justicia.
La palabra deriva del francés antiguo del siglo XIV, prudencia, que, a su vez, deriva del latín prudentia, que significa “previsión, sagacidad”. A menudo se asocia con la sabiduría, la perspicacia y el conocimiento. En este caso, la virtud es la capacidad de juzgar entre acciones virtuosas y viciosas, no sólo en un sentido general, sino con respecto a las acciones apropiadas en un momento y lugar determinados. Aunque la prudencia en sí misma no realiza ninguna acción, y se ocupa únicamente del conocimiento, todas las virtudes debían ser reguladas por ella. Distinguir cuándo los actos son valientes, en contraposición a los temerarios o cobardes, es un acto de prudencia, y por esta razón se clasifica como una virtud cardinal (pivotal).
Imprudencia en tagalo
De la autora del bestseller del New York Times, Gail Carriger, llega la impresionante secuela de Prudence. Rue y la tripulación del Spotted Custard regresan de la India con revelaciones que sacuden los cimientos de la comunidad científica de Inglaterra. A la reina Victoria no le hace ninguna gracia, los vampiros están irritados y algo va mal con la manada local de hombres lobo. Para colmo, la mejor amiga de Rue, Primrose, sigue comprometiéndose con los militares más inaceptables. Rue también tiene problemas familiares. Su padre vampiro está enfadado, su padre hombre lobo está loco y su obstinada madre es ambas cosas. Lo peor de todo es que Rue está empezando a sospechar que lo que realmente son… están asustados.